Entre el 15 de diciembre de 1937 y el 22 de febrero de 1938 se desató lo que se ha calificado como la batalla más cruenta y decisiva de la Guerra Civil de España, la batalla de Teruel. Conocida como el Stalingrado de España, coincidió con uno de los invierno más terribles en el que se registraron temperaturas de -20ºC, que produjeron la congelación de no menos de 15.000 combatientes de ambos bandos. Fue un enfrentamiento en el que era más importante tener una manta que un fusil. Y se peleaba tanto por una posición como por un simple poste de madera con el que poder calentarse. Agustín Muñoz Grandes, jefe de la División Azul que combatió en Leningrado, a su regreso a España fue preguntado por el frío ruso, a lo que él respondió «para frío el que pasamos en Teruel».
La sangría en vidas humanas fue terrible. Se calcula que algo más de 35.000 soldados de ambos bandos perecieron en el enfrentamiento y que unos 58.000 sufrieron heridas o enfermos graves. De estos últimos, 33.000 corresponden al bando de Franco que fueron derivados a los hospitales de Zaragoza, principal bastión sanitario del ejército sublevado en el Frente de Aragón, y más tarde, como consecuencia de su saturación, a alguno de los 18 centros hospitalarios de Navarra. Tras las primeras y preventivas curas, muchos continuaron ruta por ferrocarril hacia centros de convalecencia en la retaguardia en el País Vasco, Castilla, Galicia, Asturias y Cantabria. Y entre ellos estuvieron los que viajaron hasta el Hospital Mixto Militar-Cruz Roja, también denominado Hospital de san Francisco Javier, situado en Oña, y que habría de ocupar las dependencias que en su día fueron la abadía de san Salvador.
Varios son los factores que jugaron a su favor a la hora de su conversión en un centro sanitario. En primer lugar las características del propio edificio. Muy sólido, extenso y con amplísimas salas. Los espacios de esparcimiento con grandes jardines y zonas verdes. Y la existencia de ferrocarril en la localidad, un línea férrea que le ponía fácilmente en comunicación con los frentes del norte de la provincia de Burgos, los de Aragón y Levante.
La inauguración oficial se llevó a cabo el 19 de marzo de 1937, aunque los primeros convalecientes llegaron a finales de agosto de 1936. Aunque la dotación inicial fueron 600 camas, posteriormente se incrementaron hasta las 950, pero en los períodos de máxima ocupación llegaron a estar ingresados 1.190 enfermos. A todo ello habría que sumar otras 100 camas más destinadas para el personal sanitario interno. Como se puede observar a la luz de estas cifras, las dimensiones del edificio son colosales.
El hospital contó con consultas de Otorrinolaringología, Odontología, Oftalmología, Medicina Interna y Rayos X. Quirófanos. Farmacia. Laboratorio de Análisis Clínicos. E incluso una sala de enfermedades infecciosas. Para dirigir todo este entramado se contaba con la Cruz Roja encargada de la dotación y asistencia, mientras que la dirección, mantenimiento y administración corrían a cargo de la Intendencia del ejército.
Junto al personal médico, asistieron 64 damas enfermeras, reclutadas mayormente desde la Cruz Roja de San Sebastián. Y 27 religiosas Hijas de la Caridad. Tan solo se constata la presencia de una mujer médica, especializada en Pediatría, y que estuvo al cargo de la sala de enfermedades infecciosas.
Entre los ingresados en el Hospital Militar de Oña y procedentes de ese frente de Teruel, se encontraba D. Juan Ramírez Bautista, Alférez Provisional de Artillería, que estuvo ingresado entre el 2 de febrero y el 2 de mayo de 1938, a raíz de las heridas de metralla causadas en dicho frente el 4 de enero del mismo año. El pasado mes de agosto, su hijo visitó Oña con el fin de conocer de primera mano las instalaciones y el lugar en el que su padre permaneció convaleciente durante tres meses. Poco después se puso en contacto con nuestra oficina municipal de turismo para hacernos llegar las fotografías que aquí os mostramos por «si pudieran ser de interés para la Historia de Oña». Fotografías que hasta ahora permanecían inéditas y que en los próximos días os iremos mostrando. Por ello desde aquí nuestro agradecimiento.
En cuanto a los datos aportados del funcionamiento del hospital, estos han sido obtenidos de las publicación «Hospitales en Burgos durante la Guerra Civil (1936-1939)» de D. Martín de Frutos Herranz. Esta publicación contó con la colaboración de D. Juan Mons Revilla, que como muchos recordaran fue médico de nuestra villa. Él ilustró el libro con imágenes recreadas en Oña. De hecho, la propia portada refleja la llegada de un tren con heridos a la estación oniense.