Oña se encuentra en un punto estratégico de las comunicaciones entre la Meseta y el Cantábrico. Por aquí pasó «la carrera castellana» mencionada en el fuero de 1190. Su carácter comercial se acrecentó en 1203 con la concesión por parte de Alfonso VIII de la celebración de un mercado, a lo que cabría que sumar el motor económico que supuso el monasterio de san Salvador. Por todo ello debió de ejercer como un foco de atracción para gentes que se dedicaban a oficios tan diversos como eran los mercaderes, prestamistas, buhoneros , arrendadores, etc., oficios todos ellos entre los que no es difícil reconocer a la población judía.
Aunque es posible que las primeras familias judías llegaran a Oña en tiempos del abad san Íñigo, no será hasta 1291 cuando tengamos la primera cita segura de judíos en Oña con la existencia de su aljama que siempre fue reducida. En la segunda mitad del siglo XV contaba con unas 12-13 familias judías que representaban el 10% de la población de la villa. En Oña los judíos nunca ocuparon un barrio separado del resto de los vecinos, sino que sus propiedades y viviendas se mezclaron con los cristianos impidiendo así la aparición de un sector judío propiamente dicho.
En 1387 la comunidad judía se instaló de manera definitiva en la calle de la Maza, lugar donde también se localizó su sinagoga. La calle de la Maza fue un barrio que incluía la calle el Campo, donde se creó un área comercial con un hospital y a la que se accedía a través de la Puerta de la Maza o del «postigo de palasçio». Tradicionalmente se ha venido situando la sinagoga en un edificio localizado en la calle Barruso que en la actualidad coincide con un alojamiento turístico. El error parte de una lectura errónea de un documento de 1405 en el que no se pactaban las condiciones estipuladas para la reconstrucción de la sinagoga y que con el tiempo llevó a esta equivocación.
A pesar de ello, la calle Barruso conserva los únicos restos conocidos en Oña de la presencia judía. En su número 11 se observa lo que puede ser una mezuzáh. Se trata de un pergamino que contiene los dos primero párrafos del Shema (la oración principal de los judíos que se recita al levantarse y al acostarse). La mezuzáh se coloca del lado derecho de arriba sobre la jamba de la puerta en forma oblicua. Cuando el judío entra o sale de la casa pone la mano sobre la mezuzáh y recita «Dios cuidará mi salida y mi retorno ahora y por siempre».